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Enfermedad cardiovascular en la mujer

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte de hombres y mujeres de todo el mundo.

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1 de cada 3 mujeres muere al año en nuestro país por enfermedades cardiovasculares, de modo que por esta causa muere 1 mujer cada 11 minutos en la Argentina.

La percepción de esta realidad dista mucho de ser comprendida, 8 de cada 10 mujeres lo desconocen adjudicando la causa más frecuente de muerte a enfermedades neoplásicas, respiratorias, accidentes y violencia doméstica.

Son conocidos por todos los factores de riesgo tradicionales involucrados como las dislipidemias, la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y el sobrepeso, todos compartidos con el sexo masculino, aunque con efectos más deletéreos en la mujer en muchos casos.

Existen además factores de riesgo propios de la mujer relacionados con aspectos ginecológicos y obstétricos como la edad de la menarca, la menopausia, las complicaciones del embarazo (como los desórdenes hipertensivos, la diabetes gestacional, los partos pretérmino, el bajo o alto peso al nacer) la presencia de ovario poliquístico, la utilización de anticonceptivos orales, la terapia de reemplazo hormonal.

La presencia de enfermedades autoinmunes, más frecuentes en la mujer, como las colagenopatías incrementan el riesgo futuro de padecer afecciones cardiovasculares.

Las neoplasias con su tratamiento, tanto radioterapia en el caso de cáncer torácico como los tratamientos quimioterápicos han mejorado considerablemente la expectativa de vida de la mujer, aumentando la posibilidad de complicaciones cardiovasculares.

El desconocimiento de la población de ambos sexos sobre el problema, los mitos arraigados en la sociedad sobre esta patología de “hombres”, los cambios en el estilo de vida en un entorno cada vez más exigente, el descuido de la mujer ocupándose primero de los demás, la demora en la consulta, la demora en la decisión de trasladar a una mujer a un centro hospitalario, la demora en la atención en la guardia porque “no debe ser un infarto”, “los síntomas no son típicos”,  la demora en implementar tratamiento, los tratamientos menos agresivos, aumentan de forma sustancial la mortalidad en la mujer.

¿Cómo podemos actuar para mejorar esta alarmante situación? Cada contacto de la mujer con el sistema de salud debería ser una oportunidad para indagar sobre los factores de riesgo tradicionales y los propios del sexo femenino. Trabajar en equipo con los cardiólogos para mantener un estilo de vida saludable, corregir esos factores que aumentan el riesgo de su enfermedad de base, hacer el seguimiento de su continuum cardiovascular para  intervenir en el momento que aparecen modificaciones que puedan dañar su salud, modificar lo sea modificable, tratar lo que no lo sea, y siempre guiar y educar para mejorar la calidad de vida es la tarea de todos y cada uno de los médicos de todas las especialidades.

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